Despierto
y sonrío. Planto el pie derecho en el suelo, nunca el izquierdo, y bailo. Bajo
la lluvia, las gotas me acarician, y suspiran, y silban, y lloran. Canto. Mi
voz no se escucha con el viento, pero río. Y mi risa se desvanece, pero no mi
alegría. Y doy vueltas, y la lluvia se convierte en luz, me rodea y me abraza,
me dejo mecer y besar. Salto, y rozo las estrellas con la punta de los dedos, y
me corto y sangro, y vuelvo a reír porque el rojo es bonito, y brillante, y
esas gotas son como un recordatorio de que estoy viva.
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